Alto soy de llegar a tu castillo,
Santa Cruz, que tan alto está enclavado,
y alas de piedra tengo, que he volado
con él, en un crepúsculo amarillo.
Majestad señorial, corte sencillo,
nobleza y fortaleza le he copiado.
¡ Quien pudiera también estar murado
para guardarte en mi como el Castillo !
Con él me hago cristal cuando me bebo
toda la luz del cielo en su alta torre
y cuando toco allí la blanca nube.
No pidas, para mí, jamás relevo,
que esta visión divina no se borre,
visión que nadie goza si a él no sube.
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